Leccionario Santoral: 1Cor 10, 32-11, 1; Sal 33, 2-11; Lc 14, 24-33.
LECTURA Éx 34, 29-35
Lectura del libro del Éxodo. Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él. Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló. Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí. Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo. Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con Él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado, y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor. Palabra de Dios.
Comentario: La figura de Moisés pasa a ser el signo revelador de Dios y lo hace de manera visual y auditivamente. Ahora el pueblo puede estar confiado de su futuro, pues Moisés representa para ellos el mediador perfecto entre Dios y su pueblo: “habla cara a cara con Dios y lo escucha”.
SALMO Sal 98, 5-7. 9
R. ¡Santo eres, Señor Dios nuestro!
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, adórenlo ante el estrado de sus pies. ¡Santo es el Señor! R.
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaban su Nombre, clamaban al Señor y Él les respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube; ellos observaban sus mandamientos y los preceptos que les había dado. R.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, y adórenlo en su santa Montaña: el Señor, nuestro Dios, es santo. R.
ALELUIA Jn 15, 15
Aleluia. «Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 13, 44-46
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran va¬lor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. Palabra del Señor.
Comentario: En ambas parábolas hay un hallazgo de algo de gran valor, pero solo uno reconoce lo que realmente vale. Quien encuentra el tesoro escondido descubre lo que no buscaba, mientras que el negociante halló lo que nunca imaginó. El Reino de Dios es un tesoro que se ofrece, regala y por eso no se entra a él por méritos propios.