San Ireneo, o. y mr. (MO)
Leccionario Santoral: 2Tim 2, 22-26; Sal 36, 3-6. 30-31; Jn 17, 1. 20-26.
Lectura Gn 15, 1-12. 17-18
Lectura del libro del Génesis. La palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: «No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande». «Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?». Después añadió: «Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero». Entonces el Señor le dirigió esta palabra: «No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti». Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Entonces el Señor le dijo: «Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra». «Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?» El Señor le respondió: «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma». Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó. Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: «Yo he dado esta tierra a tu descendencia, desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Éufrates». Palabra de Dios.
Comentario: El relato nos lleva a la consolidación de la promesa, en un rito de alianza de Dios con Abraham. Este último aparece como una figura ejemplar que confía plenamente en el Dios que viene a su encuentro. Quienes confirman tal promesa es su descendencia que son testigos de que su fe no fue defraudada. Hoy tampoco, como creyentes, quedaremos defraudados si somos fieles a este Dios de la Alianza.
SALMO Sal 104, 1-4. 6-9
R. El Señor se acuerda eternamente de su Alianza.
¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas; canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! R.
¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro! R.
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. R.
Él se acuerda eternamente de su Alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac. R.
ALELUIA Jn 15, 4. 5
Aleluia. «Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. El que permanece en mí da mucho fruto», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 7, 15-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán. Palabra del Señor.
Comentario: El ejemplo de las uvas, los higos, la zarza y todo ese clima rural comporta algo mucho más evidente todavía: siempre obramos de acuerdo con lo que somos. Como es imposible que todo el mundo conozca nuestro interior y lo que en verdad somos, eso nos puede llevar a aparentar mucho, y a usar múltiples “caretas”. Pero en definitiva lo que en verdad habla de nosotros es lo que hacemos y cómo lo hacemos.