De la feria. Verde. San Juan XXIII (ML). Blanco.
LECTURA Jon 3, 10–4, 1-11
Lectura de la profecía de Jonás.
Cuando Dios vio todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió. Jonás se disgustó mucho y quedó muy enojado. Entonces oró al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor! ¿No ocurrió acaso lo que yo decía cuando aún estaba en mi país? Por eso traté de huir a Tarsis lo antes posible. Yo sabía que Tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida, porque prefiero morir antes que seguir viviendo».El Señor le respondió: «¿Te parece que tienes razón para enojarte?». Jonás salió de Nínive y se sentó al este de la ciudad: allí levantó una choza y se sentó a la sombra de ella, para ver qué iba a suceder en la ciudad. Entonces el Señor hizo crecer allí una planta de ricino, que se levantó por encima de Jonás para darle sombra y librarlo de su disgusto. Jonás se puso muy contento al ver esa planta. Pero al amanecer del día siguiente, Dios hizo que un gusano picara el ricino y éste se secó. Cuando salió el sol, Dios hizo soplar un sofocante viento del este. El sol golpeó la cabeza de Jonás, y éste se sintió desvanecer. Entonces se deseó la muerte, diciendo: «Prefiero morir antes que seguir viviendo». Dios le dijo a Jonás: «¿Te parece que tienes razón de enojarte por ese ricino?». Y él respondió: «Sí, tengo razón para estar enojado hasta la muerte». El Señor le replicó: «Tú te conmueves por ese ricino que no te ha costado ningún trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha brotado en una noche y en una noche se secó, y Yo, ¿no me voy a conmover por Nínive, la gran ciudad, donde habitan más de ciento veinte mil seres humanos que no saben distinguir el bien del mal, y donde hay además una gran cantidad de animales?». Palabra de Dios.
Comentario: Jonás es consciente del fracaso total de su modo de ver las cosas y, en consecuencia, de su vida. No tiene ganas de vivir. Sin embargo, Dios, por medio de Jonás, enseña que: Si nos lamentamos de aquello que no está en nuestras manos resolver ni nos pertenece, entonces ¿podrá Dios no preocuparse del hombre, que lo ha creado y redimido por amor?
SALMO Sal 85, 3-6. 9-10
R. ¡Tú eres rico en misericordia, Señor!
Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor, porque te invoco todo el día; reconforta el ánimo de tu servidor, porque a ti, Señor, elevo mi alma. R.
Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.
Todas las naciones que has creado vendrán a postrarse delante de ti, y glorificarán tu Nombre, Señor, porque Tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace maravillas. R.
ALELUIA Rom 8, 15
Aleluia. Han recibido el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abbá!, ¡Padre! Aleluia.
EVANGELIO Lc 11, 1-4
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación». Palabra del Señor.
Comentario: La fórmula de oración que el evangelista nos transmite y propone es la apertura del hombre ante el misterio del Dios que se revela. Dos consideraciones; la primera, el Reino es el regalo de amor y confianza que el Padre nos promete. Segundo, la llegada del Reino como perdón estará condicionada por el don del perdón humano, es decir, cuando no hay “verdadera” reconciliación, entonces la oración de Jesús resulta mentirosa.