Se prepara un lugar destacado donde se instala la Biblia abierta, puede ser un atril sobre una mesa cubierta con un mantel o un ambón. La idea es que la Biblia esté al centro de la reunión. A los costados se coloca una o dos velas encendidas. También se puede poner un adorno floral. Es conveniente que cada participante tenga su Biblia. Preparar una hoja con los cantos y oraciones que se van a utilizar.
Estando ya todos reunidos, en silencio y dispuestos a comenzar el encuentro, uno de los integrantes del grupo entra en el lugar de la reunión con la Biblia abierta en sus manos, sosteniéndola en alto. Mientras, los demás la contemplan de pie, cantando… “Tu Palabra Señor es la verdad y la luz de mis ojos…” (u otro canto adecuado).
SEÑAL DE LA CRUZ: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Guía: Al reunirnos hoy para escuchar y meditar la Palabra de Dios, en este Mes de la Biblia, queremos dar gracias a Dios y reconocer en ella el instrumento privilegiado para el encuentro con Dios, que
nos renueva cada día.
OREMOS: Oh, Dios, que has instruido a tus fieles con tu Palabra, iluminando sus corazones con la luz del Espíritu Santo, concédenos obtener por el mismo Espíritu el gustar del bien y perseverar en tus enseñanzas. Oh, Espíritu Santo, guíanos para encontrar en la Biblia reflexiones que nos remitan a nuestra propia existencia, nos permitan encontrarnos con el Señor y ser sus verdaderos discípulos. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Se coloca la Biblia en el lugar preparado. Todos toman asiento.
LECTURA: 2Tim 1, 2; 3, 10-11.14-17.
Lectura de la segunda carta de san Pablo a Timoteo.
“Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Jesucristo Jesús, saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que procede de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida y mis proyectos, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi constancia, así como también las persecuciones y sufrimientos que debí soportar. Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quienes la has recibido. Recuerda que desde la niñez conoces las
Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura está inspirada en Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
(En los próximos minutos, cada uno lee el texto en su propia Biblia y lo medita en silencio. Luego de un tiempo prudente, se reza la Oración de los fieles)
Guía: Con plena confianza de hijos de Dios, le presentamos al Padre nuestras plegarias. A cada intención respondemos: ¡Ayúdanos, Señor, a saber escucharte y tener fe en ti!
1.- Para que la escucha de la Palabra promueva en nosotros un verdadero encuentro con el Señor y reavive nuestra fe. ROGUEMOS AL SEÑOR.
2.- Para que al meditar los textos bíblicos, reflexionemos sobre las circunstancias actuales de nuestras vidas y de los que nos rodean. ROGUEMOS AL SEÑOR.
3.- Para que en la Palabra de Dios encontremos la confianza en él ante las pruebas que nos presenta la vida. ROGUEMOS AL SEÑOR.
4.- Para que siempre estemos dispuestos a hacer conocer la Palabra de Dios y así colaborar en promover la fe en aquellos que encontremos en el camino. ROGUEMOS AL SEÑOR.
(Se pueden agregar oraciones espontáneas surgidas de la meditación del texto u otras).
Guía: Que el Señor nos dé la gracia de saber escuchar su Palabra, meditarla, encarnarla en nuestra vida diaria y proclamarla como fuente de salvación para todos. Juntos recemos la oración de los hijos de Dios: Padre nuestro…
Guía: Pidamos que la bendición de Dios, Padre + Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros, nuestros familiares y amigos y permanezca para siempre. Amén.
Guía: Agradecidos por el amor que el Señor nos brinda, y convencidos de que él es nuestro guía y sustento en la fe, nos despedimos cantando…
Te agradezco, Señor, tu palabra,
te agradezco tu verbo de amor;
meditar en silencio tus cosas,
aprender lo que es el amor.
Te agradezco tu vivo silencio,
este rato para hablar contigo,
encarnarme en tu sabiduría
y vivir tu Palabra, Señor.
¡Gracias, gracias, gracias, Señor!