Roma, 26 de noviembre de 2022
Queridos hermanos:
La fiesta del beato Santiago Alberione nos compele a agradecer a la Santísima Trinidad el don de la vida paulina, un don que tiene como último destinatario a la humanidad entera. Observando la vida del P. Alberione descubrimos la identidad del apóstol siempre dispuesta a “escrutar los signos de los tiempos” y a dar vida a nuevos modos para anunciar el Evangelio en la cultura de la comunicación. Su testimonio de santidad nos involucra personalmente, solicita a cada uno de nosotros a ser emprendedores, Paulinos de corazón grande y generoso, hoy más que nunca artesanos de comunión.
Los actuales retos apostólicos nos piden itinerarios originales, nuevos modos de vivir como “editores” paulinos, a ejemplo de María Reina de los Apóstoles. El salto cualitativo -nos recuerda san Pablo en la Carta a los Romanos (12,2)- consiste en un cambio de mentalidad, en pequeñas y constantes transformaciones cualitativas que nacen de la escucha de la Palabra y coimplican toda nuestra actividad.
“El Señor ha derramado con sabiduría igual al amor la multitud de riquezas que hay en la Familia Paulina… Todo viene de Dios. Todo nos lleva al Magnificat” (AD 4). Estas palabras del Primer Maestro henchidas de gratitud sean las que queremos renovar en esta celebración eucarística de hoy. Precisamente alrededor de esta mesa eucarística somos un solo cuerpo y hermanos que comparten la misma misión, la que el Divino Maestro nos ha confiado. María Reina de los Apóstoles, san Pablo, nuestros beatos, venerables y siervos de Dios nos sostengan en este camino.
Fraternamente,
P. Domenico Soliman
Superior General.