¡Qué nadie se sienta excluido del llamado de Dios!, es el llamado del Papa Francisco en su Mensaje para la 61ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, la que se celebrará en todo el mundo el 21 de abril de 2024. Con el título Llamados a sembrar la esperanza y construir la paz, el Santo Padre motiva a todos los cristianos a ser portadores y testigos del anhelo de Jesús: que todos formemos una sola familia, unida en el amor de Dios y sólida en el vínculo de la caridad, del compartir y de la fraternidad.
Al mismo tiempo, el mensaje se enmarca en el camino Sinodal que se encuentra recorriendo la Iglesia. Así, el Pontífice sostiene que muchos son los carismas, de modo que todos estamos llamados a escucharnos mutuamente y a caminar juntos para descubrirlos y discernir a qué nos llama el Espíritu, pensando en el bien de todos.
“Cada año la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de nosotros, su pueblo fiel en camino, para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida. Escuchar la llamada divina, lejos de ser un deber impuesto desde afuera, incluso en nombre de un ideal religioso, es, en cambio, el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro. Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar, qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida, de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive”, escribió Francisco al comenzar su mensaje.
En otro pasaje del texto, el Obispo de Roma les pide a todos levantarse, despertar del sueño, salir de la indiferencia, abrir las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y convertirese en peregrino de esperanza y artífice de paz. “Levantémonos, por tanto, y pongámonos en camino como peregrinos de esperanza, para que, como hizo María con santa Isabel, también nosotros llevemos anuncios de alegría, generaremos vida nueva y seamos artesanos de fraternidad y de paz”, afirmó.
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