Esta mañana se dio a conocer en Roma el Mensaje del Papa Francisco para la 106ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará en todo el mundo el 27 de septiembre de este año. El tema para este año es “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados internos”.
¿Por qué este tema? De acuerdo al Pontífice, el drama de los desplazados internos es algo a menudo invisible, agravado hoy por la crisis mundial causada por la pandemia del COVID-19. De hecho, señala Francisco, esta crisis, debido a su intensidad, gravedad y extensión geográfica, ha empañado muchas otras emergencias humanitarias que afligen a millones de personas, relegando iniciativas y ayudas internacionales, esenciales y urgentes para salvar vidas, a un segundo plano en las agendas políticas nacionales. Y recuerda el Papa su mensaje Urbi et Orbi, cuando pidió que la crisis de la pandemia no haga olvidar otras “tantas situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas”.
“A la luz de los trágicos acontecimientos que han caracterizado el año 2020, extiendo este Mensaje, dedicado a los desplazados internos, a todos los que han experimentado y siguen aún hoy viviendo situaciones de precariedad, de abandono, de marginación y de rechazo a causa del COVID-19”, dice en su mensaje.
Reconocer en ellos el rostro de Cristo
Cada cristiano está llamado a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, “que nos interpela”. Si lo reconocemos, dice el Papa, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido.
“Los desplazados internos nos ofrecen esta oportunidad de encuentro con el Señor, «incluso si a nuestros ojos les cuesta trabajo reconocerlo: con la ropa rota, con los pies sucios, con el rostro deformado, con el cuerpo llagado, incapaz de hablar nuestra lengua» (Homilía, 15 febrero 2019)”.
Es un “reto pastoral al que estamos llamados” a responder con los cuatro verbos que señaló el Papa en su mensaje para esta misma Jornada en 2018: acoger, proteger, promover e integrar. A estos cuatro, en este mensaje de hoy, el Papa agrega “otras seis parejas de verbos, que se corresponden a acciones muy concretas, vinculadas entre sí en una relación de causa-efecto”.
Es necesario conocer para comprender
El conocimiento es un paso necesario hacia la comprensión del otro. El Papa recuerda que cuando se habla de migrantes y desplazados, casi siempre se mencionan en números. ¡Pero no son números, sino personas! Si las encontramos, podremos conocerlas, nos clama el Papa, podemos conocer sus historias y comprender. Podremos comprender, por ejemplo, dice Francisco, que la precariedad que hemos experimentado con sufrimiento, a causa de la pandemia, es un elemento constante en la vida de los desplazados.
Hay que hacerse prójimo para servir
“Los miedos y los prejuicios —tantos prejuicios—, nos hacen mantener las distancias con otras personas y a menudo nos impiden “acercarnos como prójimos” y servirles con amor”. Para Francisco, acercarse al prójimo significa, a menudo, estar dispuestos a correr riesgos, como nos han enseñado tantos médicos y personal sanitario en los últimos meses. Este estar cerca para servir, va más allá del estricto sentido del deber. El ejemplo más grande nos lo dejó Jesús cuando lavó los pies de sus discípulos: se quitó el manto, se arrodilló y se ensució las manos (cf. Jn 13,1-15).
Para reconciliarse se requiere escuchar
Otra pareja de verbos que hoy el Papa nos enseña en su mensaje, es el de escuchar para reconciliarse. Nos lo enseña Dios mismo, que quiso escuchar el gemido de la humanidad con oídos humanos, dice el Papa, enviando a su Hijo al mundo: «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él […] tenga vida eterna» (Jn 3,16-17). El amor, el que reconcilia y salva, empieza por una escucha activa. En el mundo de hoy se multiplican los mensajes, pero se está perdiendo la capacidad de escuchar. El Pontífice nos dice que sólo a través de una escucha humilde y atenta podremos llegar a reconciliarnos de verdad.
“Durante el 2020, el silencio se apoderó por semanas enteras de nuestras calles. Un silencio dramático e inquietante, que, sin embargo, nos dio la oportunidad de escuchar el grito de los más vulnerables, de los desplazados y de nuestro planeta gravemente enfermo. Y, gracias a esta escucha, tenemos la oportunidad de reconciliarnos con el prójimo, con tantos descartados, con nosotros mismos y con Dios, que nunca se cansa de ofrecernos su misericordia”.
Para crecer hay que compartir
En esta pareja de verbos, el Papa recuerda el pilar fundamental de la primera comunidad cristiana: la acción de compartir. «El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común» (Hch 4,32). Al respecto, señala que Dios no quiso que los recursos de nuestro planeta beneficiaran únicamente a unos pocos. ¡No, el Señor no quiso esto! Tenemos que aprender a compartir para crecer juntos, sin dejar fuera a nadie, resalta Francisco, y afirma que la pandemia nos ha recordado que todos estamos en el mismo barco. Darnos cuenta que tenemos las mismas preocupaciones y temores comunes, nos ha demostrado, una vez más, que nadie se salva solo. Para crecer realmente, debemos crecer juntos, compartiendo lo que tenemos, como ese muchacho que le ofreció a Jesús cinco panes de cebada y dos peces… ¡Y fueron suficientes para cinco mil personas! (cf. Jn 6,1-15).