Navidad 2020
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló» (Is 9,1)
Queridos hermanos:
El Niño Jesús, nacido de la Virgen María en Belén, viene al mundo a traer la salvación dada por Dios a todos los pueblos de la tierra, a cada hombre, a cada uno de nosotros. Viene a decirnos que no estamos solos y abandonados, pues Dios está en medio de nosotros como luz que ilumina las situaciones tenebrosas.
Su encarnación en la historia fue posible gracias al “sí” de María, y también gracias al “sí” de José, que asumió con humildad y en silencio su paternidad. Es una notable figura humana la de san José, que el papa Francisco ha considerado en su reciente Carta apostólica “Patris corde” –escrita para recordar el 150º aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia universal–, circunstancia que le ha estimulado a proclamar el “Año de San José” del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021. San José es una persona que debemos imitar, como a menudo insistía nuestro Fundador, encontrando también en ella el significado de la Navidad.
Haciendo de fondo a la Carta apostólica está la pandemia de Covid-19, que ha cambiado el ritmo de nuestra vida y que, desafortunadamente, ha provocado tantas víctimas, también entre nuestros cohermanos y en el ámbito de la Familia Paulina. En todo caso, como afirma el Papa, esta situación desagradable nos ha hecho comprender la importancia de las personas comunes, las que trabajan para aliviar los sufrimientos de los enfermos y de las familias que pierden a sus seres queridos, las que desde el escondimiento y día a día ejercitan la paciencia e infunden esperanza, sembrando corresponsabilidad. Así vivió precisamente san José, nos recuerda el papa Francisco, no obstante el gran papel que le fue confiado en la historia de la salvación.
Siguiendo las huellas de san José abramos nuestro corazón para acoger a Jesús y a María en nuestra vida, y también a las personas con quienes nos encontramos a diario; tratemos de escuchar la voz de Dios y de poner en práctica su voluntad; abandonémonos con fe a la Providencia para afrontar las dificultades con valentía y creatividad, tanto en la vida personal cuanto en la comunitaria y apostólica, «para que la palabra del Señor siga avanzando» (2Tes 3,1).
Os deseo a todos una luminosa Navidad y un Año Nuevo lleno de esperanza, con Jesús, María y José.
Fraternamente,
P. Valdir José De Castro, Superior General