Martirio de san Juan Bautista (MO). Rojo.
Leccionario Santoral: Jer 1, 17-19; Sal 70, 1-6. 15. 17; Mc 6, 17-29.
Reseña
Desde el siglo IV se celebra el martirio de Juan, el Bautista, acaecido hacia el año 31. San Marcos (6, 17 ss.) es el único de los evangelistas que precisa detalles del hecho. Había nacido 6 meses antes que Jesús, siendo el último de los profetas y el precursor del Mesías. Es encarcelado por sus palabras que resultaban molestas. Jesús afirmará de Juan: “Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él” (Lc 7, 28).
LECTURA Jer 1, 17-19
Lectura del libro de Jeremías.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: Cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que Yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide Yo delante de ellos. Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país. Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque Yo estoy contigo para librarte. Palabra de Dios.
Comentario: A quien Dios envía en misión, lo capacita para lo que se le confía. Es este el caso, Jeremías debe denunciar la corrupción moral y religiosa, mientras que él se siente muy joven y con poca capacidad (Cfr. 1, 4ss.). ¿Cómo llevamos adelante las responsabilidades que el Señor nos ha encomendado?
SALMO Sal 70, 1-4. 5-6. 15. 17
R. ¡Mi boca anunciará tu salvación!
Yo me refugio en ti. Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme! Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame. R.
Sé para mí una roca protectora, Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío! R.
Porque Tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el vientre materno fuiste mi protector. R.
Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación. Dios mío. Tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas. R.
ALELUIA Mt 5, 10
Aleluia. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluia.
EVANGELIO Mc 6, 17-29
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Herodes había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano». Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le aseguró bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?» «La cabeza de Juan el Bautista», respondió esta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. Palabra del Señor.
Comentario: Juan anunciaba que el Reino de Dios está cerca. Sus palabras y testimonio molestan a Herodes, a quien criticó por convivir con su cuñada. Estando en la cárcel es víctima de la irreflexión y de la complacencia. Dos motivos para tener muy en cuenta, y no caer en la misma trampa.