Santos Pablo Miki y comps. mrs. (MO). Rojo.
Leccionario Santoral: Gál 2, 19-20; Sal 125, 1-6; Mt 28, 16-20.
Prefacio de mártires.
LECTURA 1Rey 8, 22-23. 27-30
Lectura del primer libro de los Reyes.
Salomón se puso ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo y dijo: «Señor, Dios de Israel, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como Tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón. Pero ¿es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido! No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu servidor. Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que Tú dijiste: “Allí residirá mi Nombre”. ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! ¡Escucha la súplica y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel dirijan hacia este lugar! ¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!». Palabra de Dios.
Comentario: La oración de Salomón apela a la condescendencia y la misericordia de Dios. ¿Es posible que Dios habite en la tierra? Dios elige lugares especiales para encontrarse con el hombre y las comunidades. En medio de este “encuentro” se establece una tensión en el creyente, que radica en la fidelidad a Dios y sus promesas.
SALMO Sal 83, 3-5. 10-11
R. ¡Qué amable es tu Casa, Señor del universo!
Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. R.
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! Protege, Dios, a nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido. R.
Vale más un día en tus atrios que mil en otra parte; yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios antes que vivir entre malvados. R.
ALELUIA Sal 118, 36. 29
Aleluia. Inclina mi corazón hacia tus prescripciones y dame la gracia de conocer tu ley. Aleluia.
EVANGELIO Mc 7, 1-13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?». Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres». Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y además: “El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte”. En cambio, ustedes afirman: “Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán –es decir, ofrenda sagrada– todo aquello con lo que podría ayudarte…”. En ese caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como éstas, hacen muchas otras cosas!». Palabra del Señor.
Comentario: Cuando Adán y Eva pecaron no se hicieron cargo: Adán culpó a Eva y esta a la serpiente. Por este motivo, y porque los dirigentes religiosos se excusaban detrás de las leyes, Jesús advierte a la gente que aquello que mancha al hombre, no solamente los que viene de afuera, sino que también son las malas intenciones que salen de su interior.