Santo Tomás, ap. (F). Rojo.
Gloria. Prefacio de los Apóstoles.
LECTURA Éf 2, 19-22
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.
Hermanos: Ustedes no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un Templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu. Palabra de Dios.
Comentario: Como bien dice san Pablo, todas las barreras que dividían a judíos y a paganos las ha derribado Cristo con su cuerpo sacrificado. De la misma manera, hoy, toda división política, económica, religiosa o racial es Cristo, quien abre el “acceso” al Padre y entre los hombres, creando una nueva humanidad.
SALMO Sal 116, 1- 2
R. ¡Vayan por el mundo y anuncien el Evangelio!
¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. R.
ALELUIA Jn 20, 20
Aleluia. Dice el Señor: Ahora crees Tomás porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto! Aleluia.
EVANGELIO Jn 20, 24-29
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré». Ocho días mas tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: « ¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!». Palabra del Señor.
Comentario: En muchas oportunidades, actuamos como santo Tomás y queremos tocar las llagas de Jesús, como signo de que él está con nosotros; pero nos olvidamos de que aunque no lo hayamos visto, ya somos parte de los bienaventurados y discípulos de Jesús, solo por haber creído en su mensaje de amor.