Prefacio de Adviento I o V.
LECTURA Sof 3, 9-13
Lectura de la profecía de Sofonías.
Así habla el Señor: Yo haré que sean puros los labios de los pueblos, para que todos invoquen el Nombre del Señor y lo sirvan con el mismo empeño. Desde más allá de los ríos de Cus, mis adoradores, los que están dispersos, me traerán ofrendas. Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones con las que me has ofendido, porque Yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes que están en medio de ti, y ya no volverás a engreírte sobre mi santa Montaña. Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el Nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará falsamente; y no se encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y descansarán sin que nadie los perturbe. Palabra de Dios.
Comentario: El Profeta proclama las anheladas promesas de liberación mesiánica no solo para Israel, sino para todos los pueblos. Será el reinado universal que en el futuro marcará el triunfo del Señor en la unidad y la salvación ofrecida a todos, sin distinción o discriminación.
SALMO Sal 33, 2-3. 6-7. 17-19. 23
R. El pobre invocó al Señor, y Él lo escuchó.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Señor rechaza a los que hacen el mal, para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando los justos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. R.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. El Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados. R.
ALELUIA
Aleluia. Ven, Señor, no tardes; perdona los pecados de tu pueblo. Aleluia.
EVANGELIO Mt 21, 28-39
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: “Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña”. Él respondió: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: “Voy, Señor”, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?». «El primero», le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él». Palabra del Señor.
Comentario: ¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad del padre? La pregunta apunta a algo más profundo que las propias “apariencias”. Es decir, el que honra a Dios no es el que observa unos ritos externos, sino el que verdaderamente hace su voluntad. El verdadero amor o caridad no lo colma el legalismo, sino el compromiso serio con quien se ama.
2 Comments
Un pueblo “pobre y humilde” es el que busca a Dios que vino a buscar al que estaba perdido. Es el peregrinar del corazón, que por más lejos que esté, decide ponerse en camino de acercamiento, de cercanía.
Es la actitud de los que no se quedan cuando se trata de acudir a las citas de Dios. De los que al ponerse en marcha, saben que han puesto en marcha los enormes engranajes de su amor.
Espíritu de Amor, que fecundas con tu sombra a todo en el que en ella se cobija, ven a aliviar como dulce huésped, el corazón que hoy te recibe, y reaviva en él, el Don sobre todo don de un corazón de hijo.
Todos los días decimos «hágase tu voluntad», pero ¿lo sentimos, lo pensamos, lo significamos realmente? Señor, envíanos tu Espíritu para decirte «Sí» como María, no como el primer hijo del Evangelio de hoy. Ayúdanos a ser coherentes