Prefacio de Adviento III o IV.
LECTURA Cant 2, 8-14
Lectura del Cantar de los Cantares. ¡La voz de mi amado! Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas. Mi amado es como una gacela, como un ciervo joven. Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro; mira por la ventana, espía por el enrejado. Habla mi amado, y me dice: «¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias. Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos, y las viñas en flor exhalan su perfume. ¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante». Palabra de Dios.
Comentario: En este primer idilio que describe el Cantar “la amada” está atenta a la llegada del amado, como de la primavera, donde todo florece y el frescor de la naturaleza refleja el amor entre el “amado” que llega y “la amada” que lo espera. Así también es el amor de Dios (el esposo) a Israel (su esposa), que en el cristianismo sus interlocutores serán Cristo y la Iglesia.
O bien: Sof 3, 14-18
Lectura de la profecía de Sofonías.
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal. Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! Él exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta. Palabra de Dios.
SALMO Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21
R. ¡Aclamen, justos, al Señor!
¡Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas; entonen para Él un canto nuevo, toquen con arte, profiriendo aclamaciones. R.
El designio del Señor permanece para siempre, y sus planes, a lo largo de las generaciones. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se eligió como herencia! R.
Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Nuestro corazón se regocija en Él: nosotros confiamos en su santo Nombre. R.
ALELUIA
Aleluia. Emanuel, Rey y Legislador nuestro, ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro. Aleluia.
EVANGELIO Lc 1, 39-45
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». Palabra del Señor.
Comentario: El relato describe de qué manera se unen los destinos del Bautista y de Jesús. A su vez, María e Isabel se alegran por encontrarse y reconocen la presencia de Dios en sus vidas. No obstante, en esta visita familiar, más allá del parentesco, hay algo en común: todos contribuyen a la obra de Dios y tanto el Bautista como Jesús lo perciben en el inicio de sus vidas.