Gloria. Prefacio propio.
Lectura de la profecía de Ezequiel.
El ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho. Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el torrente. Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales, de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio». Palabra de Dios.
Comentario: La imagen que muestra la presencia de la gloria de Dios en la tierra, en medio de su Pueblo y del Templo, marca una nueva era. Es como si la maldición y la desgracia que han padecido Israel y su territorio comenzaran a desaparecer para dar paso al agua vivificante que viene de la Gloria del Señor. Por eso los cuatro ríos paradisiacos son un único torrente que brota desde el templo y desde donde se dará un generador de vida.
R.Vengan a contemplar las obras del Señor.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar. R.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo. El Señor está en medio de ella: nunca vacilará; él la socorrerá al despuntar la aurora. R.
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Vengan a contemplar las obras del Señor, él hace cosas admirables en la tierra. R.
Aleluia. “Yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi nombre resida en ella para siempre”, dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu casa me consumirá”. Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. Jesús les respondió: “Destruyan este Templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?”. Pero Él se refería al Templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que Él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús se presenta como el nuevo y definitivo Templo. Y expulsa a los mercaderes que habían tomado el Templo por un lugar de comercio más que de adoración. Además, el Templo no es solamente una “casa de oración”, sino también es la Casa de su Padre. Es decir, si hay algo que va a caracterizar el actuar de Jesús es el celo por hacer la voluntad de su padre y velar por su gloria. ¿Nuestros templos y celebraciones favorecen la adoración?
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Gloria a Ti Señor Jesús…