Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Hermanos: Vivan con los mismos sentimientos que hay en Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló haciéndose obediente hasta aceptar la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor». Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo introduce su exhortación a la caridad y la humildad. Ambos temas son conocidos. Sin embargo, el acierto y la importancia de estos están dados por la humildad, que es la condición de una caridad auténtica y duradera. Porque si el egoísmo es lo contrario del amor, entonces el orgullo es su enemigo principal.
R. ¡Te alabaré, Señor, en la gran asamblea!
Cumpliré mis votos delante de los fieles: los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán. ¡Que sus corazones vivan para siempre! R.
Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor; todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia. R.
Porque sólo el Señor es rey y Él gobierna a las naciones. Todos los que duermen en el sepulcro se postrarán en su presencia. R.
Glorificarán su poder. Hablarán del Señor a la generación futura, anunciarán su justicia a los que nacerán después, porque ésta es la obra del Señor. R.
Aleluia. «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Uno de los invitados le dijo: «¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!». Jesús le respondió: «Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: “Vengan, todo está preparado”. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes”. El segundo dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes”. Y un tercero respondió: “Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir”. A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: “Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos”. Volvió el sirviente y dijo: “Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar”. El señor le respondió: “Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena”». Palabra del Señor.
Comentario: En la parábola leemos que los invitados, uno tras otro, empiezan a encontrar excusas para no ir a la fiesta. ¡No aceptan la invitación! Dicen que sí, pero no lo hacen. Estos son los cristianos que se conforman solo con estar en la lista de los invitados: cristianos enumerados. Entrar en la Iglesia es ser partícipe del Pueblo de Dios, que camina hacia la eternidad. Ninguno es protagonista en la Iglesia, pero tenemos Uno que ha hecho todo. ¡Dios es el protagonista!