Leccionario Santoral: Rom 12, 3-13; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Jn 10, 11-16.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Yo me pregunto: ¿habrá Dios rechazado a su Pueblo? ¡Nada de eso! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín. Dios no ha rechazado a su Pueblo, al que eligió de antemano. Yo me pregunto entonces: ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva? De ninguna manera. Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel. Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total? Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos. Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura: «De Sión vendrá el Libertador. Él apartará la impiedad de Jacob. Y ésta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados». Ahora bien, en lo que se refiere a la Buena Noticia, ellos son enemigos de Dios, a causa de ustedes: pero desde el punto de vista de la elección divina, son amados en atención a sus padres. Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo alude a la cuestión de la elección divina del pueblo de Israel y añade que ni la elección de este ni su reprobación implica, para mal de algunos, a todos los componentes de ese pueblo. El Apóstol reconoce el fracaso del judaísmo, pero al mismo tiempo mira con esperanza al nuevo mundo que vendrá. Además, él cree que algún día el judaísmo no será una «resta», sino una «suma» al proceso global de la evangelización.
R. El Señor no abandona a su pueblo.
Feliz el que es educado por ti, Señor, aquél a quien instruyes con tu ley, para darle un descanso después de la adversidad. R.
Porque el Señor no abandona a su pueblo ni deja desamparada a su herencia: la justicia volverá a los tribunales y los rectos de corazón la seguirán. R.
Si el Señor no me hubiera ayudado, ya estaría habitando en la región del silencio. Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene. R.
Aleluia. «Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: «Amigo, acércate más», y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús enseña que en su Reino nadie ocupa los primeros puestos ni por derecho propio ni por cortesía. De este modo, los primeros lugares están reservados para quienes hayan renunciado a la manera humana de pensar y aplicar criterios que no tienen nada que ver con los criterios del Reino. Es decir, en la fiesta de la vida, la ley nunca puede ser el intercambio: «Te doy para que me des». Jesús precisa: «Invita a los que nunca pueden retribuirte».