Prefacio de los Pastores.
Leccionario Santoral: Rom 12, 3-13; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Jn 10, 11-16.
Semana 31ª durante el año. Semana III del Salterio.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Hermanos: Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por interés ni por vanidad. Que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo conoce bien a su comunidad, lo que le permite establecer criterios para la armonía de esta. Por eso hace un llamado a vivir en la humildad y el amor, donde cada miembro ha de valorar al prójimo. No obstante, la invitación lleva consigo la tarea de despojarse de sí mismo, al modo de Jesús, y prepararse para la práctica del amor cristiano e imitar la humildad de Cristo.
R. ¡Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor!
Mi corazón no se ha enorgullecido, Señor, ni mis ojos se han vuelto altaneros. No he pretendido grandes cosas ni he tenido aspiraciones desmedidas. R.
Yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí. Espere Israel en el Señor, desde ahora y para siempre. R.
Aleluia. «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos y conocerán la verdad», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús no ha venido para enseñarnos buenos modales y formas de cortesía. Ese no era su cometido, sino que vino para mostrarnos el único camino para salir del pecado: la misericordia y la santidad. Sabemos que la salvación no se compra, porque se nos da gratuitamente; por tanto, así como Dios hizo con nosotros, así también debemos hacer con el prójimo, pues la gratuidad de Dios es una de las cosas más bellas que como “creyentes” nos pudo pasar.