Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda. ¡Ojalá quieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo no quiere caer en vanaglorias absurdas, porque –en cuanto a la misión– se trabaja para que solo Dios sea anunciado. Además, lo considera como un acto de desobediencia y soberbia a lo encomendado por Jesús, pues si bien él fundó la comunidad de Corinto, lo que se testimonia allí es antes que todo la presencia y el poder de Dios.
R. Los jóvenes y las vírgenes, alaben el nombre del Señor.
Alaben al Señor desde el cielo, alábenlo en las alturas; alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus ejércitos. R.
Los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra; los ancianos, los jóvenes y los niños, alaben el nombre del Señor. R.
Su majestad está sobre el cielo y la tierra, y él exalta la fuerza de su pueblo. ¡A él, la alabanza de todos sus fieles, y de Israel, el pueblo de sus amigos! R.
Aleluia. Dice el Señor: “Permanezcan en mi amor; el que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas y, al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró”. Palabra del Señor.
Comentario: En un bello himno, se lee que un verdadero apóstol no es tal si no es también un mensajero. Este tesoro que descubrimos lo será más en la medida en que lo demos a conocer hacia los demás. Es curioso pensar que cuando encontramos a Dios, se transforma en la joya invaluable que nadie nos puede quitar si la cuidamos bien, y al mismo tiempo podemos hacer que otros lo encuentren, pero nunca podremos hacer que otros lo aprecien como lo único que vale si ellos mismos no lo valoran así. Esta es la experiencia de Dios en la vida espiritual, de la que más necesitamos, conforme más la vamos conociendo y gustando.