Gloria. Prefacio de los Apóstoles.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso. Hermanos: Ustedes no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En Él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un Templo santo en el Señor. En Él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo se ve enfrentado a una barrera infranqueable de prejuicios entre judíos y paganos. Los primeros se tenían a sí mismos como los “elegidos de Dios” y “puros” y consideraban a los paganos sin patria ni Dios. Y los paganos tildaban a los judíos como “animales insociales y enemigos del género humano”. El mensaje del Apóstol quiere estimular hacia un ecumenismo cristiano y no quiere un encerramiento de la fe. Es decir, quiere borrar toda idea de una religión nacionalista, esta última considerada por el mismo Pablo como un auténtico sacrilegio.
R. ¡Vayan por el mundo y anuncien el Evangelio!
¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. R.
Aleluia. Dice el Señor: Ahora crees Tomás porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto! Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré». Ocho días mas tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!». Palabra del Señor.
Comentario: El relato sorprende por el realismo tan dramático y vivo de la visión. Porque lo que le ocurrió a santo Tomás es lo que puede sucederle a cualquier cristiano. Sabemos que Bienaventurados son todos aquellos que sin haber visto al Señor aún creen en su palabra y persona sin pedir “pruebas” evidentes. Por tanto, todo aquel que tenga fe es un bienaventurado por el solo hecho de haber creído, aunque no haya visto al Señor sensiblemente.
3 Comments
Gloria a Ti Señor Jesús…
Gracias
Muchas gracias
Bendiciones