Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 111, 1-9; Mt 9, 35-38.
LECTURA Zac 8, 1-8
Lectura de la profecía de Zacarías.
La palabra del Señor llegó en estos términos: Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella. Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión; y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada “Ciudad de la Fidelidad”, y la montaña del Señor de los ejércitos, “Montaña Santa”. Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años. Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas. Si esto parece imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿será también imposible para mí? –oráculo del Señor de los ejércitos–. Así habla el Señor de los ejércitos: Yo salvo a mi pueblo de los países del oriente, y de los países donde se pone el sol. Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y Yo seré su Dios, en la fidelidad y en la justicia. Palabra de Dios.
Comentario: A través de este oráculo, el profeta anuncia la propuesta de Dios, sus exigencias y también sus consecuencias. Zacarías es un convencido de que Dios atraerá a su pueblo disperso y que sellará la alianza entre su pueblo y Dios: “Ellos serán mi pueblo, yo seré su Dios…”. Con la promesa de Dios se restablece la confianza, el bienestar y la prosperidad.
SALMO Sal 101, 16-21. 29. 22-23
R. ¡Reúnanse los pueblos y sirvan al Señor!
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria. R.
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque Él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el Nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan todos juntos al Señor. R.
ALELUIA Mc 10, 45
Aleluia. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluia.
EVANGELIO Lc 9, 46-50
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
A los discípulos de Jesús se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe a Aquél que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ése es el más grande». Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes». Palabra del Señor.
Comentario: Los discípulos de Jesús no han entendido en qué consiste la instauración de su Reino. Piensan que para la misión es necesario los títulos, la posición social y los puestos burocráticos. La pedagogía de Jesús les afirma que lo importante es dejarse llevar por la fidelidad y la confianza en Dios. Porque el amor, la misericordia y el poder de Dios son más grandes que cualquier grupo o comunidad. Razón suficiente para no temer si otros, en nombre de Dios, realizan las obras de Dios.