Leccionario Santoral: Sab 3, 1-9 (o bien: 1Cor 1, 18-25) Sal 125, 1-6; Mt 10, 17-22.
Lectura del primer libro de los Macabeos.
Judas Macabeo y sus hermanos dijeron: «Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación». Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión. El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido. Éste fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado. Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria. Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias. Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas. En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos. Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar. Palabra de Dios.
Comentario: El relato nos sugiere una buena lección de liturgia, puesto que la materia prima de toda celebración litúrgica son los acontecimientos más significativos de la vida. En este contexto el Templo, que era el centro de la vida y el culto, ahora con la persona de Jesús ocurre un cambio, ya que él humaniza la vida del hombre para que esta se constituya en el centro del proyecto de Dios.
R. ¡Alabamos tu Nombre glorioso, Señor!
¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre! R.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. R.
Tuyo, Señor, es el reino; Tú te elevas por encima de todo. De ti proceden la riqueza y la gloria. R.
Tú lo gobiernas todo, en tu mano están el poder y la fuerza, y es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas. R.
Aleluia. «Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: “Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”». Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras. Palabra del Señor.
Comentario: Los judíos han convertido la Casa del Señor en un lugar de comercio, pero que desde una perspectiva ritualista se justifica. Sin embargo, ante Jesús, que ha concebido el Templo como lugar de Dios y de oración, este comercio es inmoral. Por eso termina por purificar el Templo con su persona. A partir de este hecho, su historia será la de una lucha que está perdida de antemano y que terminará con su muerte, pero al mismo tiempo de triunfo, porque su sacrificio traerá la resurrección.