Gloria. Prefacio de los Apóstoles.
Lectura del libro del Apocalipsis.
El Ángel dijo a Juan: «Ven que te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero». Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero. Palabra de Dios.
Comentario: La ciudad santa, la Jerusalén celestial, está cimentada por los Doce Apóstoles del Cordero, la fe en Cristo y el testimonio de los que creen en Jesús como los que mueren por él. Como hijos de Dios, se nos invita a contemplar el futuro: encuentro que tendremos con el Señor. Los Apóstoles nos han precedido en la fe y por eso caminamos sobre sus pasos como Iglesia peregrina hacia la Patria celestial, en la Casa del Padre.
R. ¡Que tus santos anuncien la gloria de tu reino, Señor!
Que todas tus obras te den gracias. Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R.
El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquéllos que lo invocan, de aquéllos que lo invocan de verdad. R.
Aleluia. Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera». Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: «Porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía». Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre». Palabra del Señor.
Comentario: La iniciativa de toda llamada, en la Iglesia, siempre es de Jesús y si es bien acogida trae como consecuencia una fe que contagia y entusiasma. El llamado a Natanael interpela a quienes se niegan a creer en Jesús, esos que luego son capaces de seguirlo y sin reservas. ¿Hemos aceptado el llamado de Jesús? ¿O permanecemos cerrados a su propuesta?