Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
Lectura del libro de la Sabiduría.
Fuera de ti, Señor, no hay otro dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos. Porque tu fuerza es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos. Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree en la plenitud de tu poder, y confundes la temeridad de aquellos que la conocen. Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder. Al obrar así, tú enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento. Palabra de Dios.
R. Tú, Señor, eres bueno e indulgente.
Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.
Todas las naciones que has creado vendrán a postrarse delante de ti, y glorificarán tu nombre, Señor, porque tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace maravillas. R.
Tú, Señor, Dios compasivo y bondado¬so, lento para enojarte, rico en amor y fidelidad, vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí. R.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede con gemidos inefa¬bles. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina. Palabra de Dios.
Aleluia. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del reino a los pequeños. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús propuso a la gente esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dor¬mían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él? Él les respondió: Esto lo ha hecho algún enemigo. Los peones replicaron: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero». También les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas». Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa». Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: «Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo». Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!». Palabra del Señor.
O más breve: Mt 13, 24-30.
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Gloria y honor a ti Señor Jesús… 🙏💚✝️🇨🇱🙋🏻♂️