Lectura del segundo libro de Samuel.
El Arca del Señor se había quedado tres meses en casa de Obededóm. Cuando informaron a David: «El Señor ha bendecido a la familia de Obededóm y todos sus bienes a causa del Arca de Dios», David partió e hizo subir el Arca de Dios desde la casa de Obededóm a la Ciudad de David, con gran alegría. Los que transportaban el Arca del Señor avanzaron seis pasos, y él sacrificó un buey y un ternero cebado. David, que sólo llevaba ceñido un corto manto de lino, iba danzando con todas sus fuerzas delante del Señor. Así, David y toda la casa de Israel subieron el Arca del Señor en medio de aclamaciones y al sonido de trompetas. Luego introdujeron el Arca del Señor y la instalaron en su sitio, en medio de la carpa que David había levantado para ella, y David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión delante del Señor. Cuando David terminó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre del Señor de los ejércitos. Después repartió a todo el pueblo, a toda la multitud de Israel, hombres y mujeres, una hogaza de pan, un pastel de dátiles y uno de pa¬sas de uva por persona. Luego todo el pueblo se fue, cada uno a su casa. Palabra de Dios.
Comentario: El Arca es el objeto religioso por excelencia, emblema en la guerra y testimonio de la Alianza. David es consciente de esto y decide trasladarla a Jerusalén para hacerla objeto de culto nacional y de unidad religiosa. Ante la grandeza de Dios, David siente el ímpetu de bailar, aunque sea un acto no propio de un rey. Sin duda, que se siente elegido por el Señor como vasallo suyo.
R. El Señor es el Rey de la gloria.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.
¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates. R.
¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria! R.
¿Y quién es ese Rey de la gloria? El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos. R.
Aleluia. Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera». Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre». Palabra del Señor.
Comentario: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?», nos dice el Señor. Si realmente queremos estar en sintonía con Jesús debemos comprender que la esencia de nuestra identidad se ha de buscar en la oración asidua, en la predicación y en la práctica de la caridad. Solo la intimidad con Cristo nos lleva al encuentro con su persona. Por eso, la verdadera familia de Jesús traspasa fronteras biológicas y étnicas y la constituyen todos los hombres.