Prefacio de Pascua. Semana 4ª de Pascua.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Los que se habían dispersado durante la persecución que se desató a causa de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaban la Palabra únicamente a los judíos. Sin embargo, había entre ellos algunos hombres originarios de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús. La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron. Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor. Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”. Palabra de Dios.
Comentario: La Iglesia de Antioquía fue, sin duda, el gran centro de proliferación del cristianismo. Su apertura hacia el mundo pagano, como judíos cristianos y cristianos venidos del paganismo, constituye su sello característico. En este contexto de comunidad, Bernabé, como interventor, apoya esta propuesta de Iglesia e invita a Pablo para trabajar con él. Al igual que en los tiempos de Bernabé, como Iglesia, hoy hemos de acoger y convivir con las distintas realidades sociales, culturales y religiosas.
R. ¡Alaben al Señor, todas las naciones!
¡Ésta es la ciudad que fundó el Señor sobre las santas Montañas! Él ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios. R.
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre aquéllos que me conocen; filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella». Así se hablará de Sión: «Éste, y también aquél, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado». R.
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: «Éste ha nacido en ella». Y todos cantarán, mientras danzan: «Todas mis fuentes de vida están en ti». R.
Aleluia. «Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa». Palabra del Señor.
Comentario: Las palabras y obras de Jesús durante toda su vida definen quién es y cómo entre él y su Padre hay una íntima relación. El gran problema de sus interlocutores es que viven esclavos de su ortodoxia y de sus tradiciones que no los lleva a descubrir la manifestación mesiánica. Porque el camino del reconocimiento de su identidad es la consideración del conjunto de sus obras.