Prefacio de la Santísima Virgen María.
Leccionario Santoral: Zac 2, 14-17; [Sal] Lc 1, 46-55; Mt 12, 46-50.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi en la mano derecha de Aquél que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?». Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo. Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo. Pero uno de los Ancianos me dijo: «No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y Él abrirá el libro y sus siete sellos». Entonces vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra. El Cordero vino y tomó el libro de la mano derecha de Aquél que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos, y cantaban un canto nuevo, diciendo: «Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones. Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra». Palabra de Dios.
Comentario: El Autor plantea que el Señor siempre tiene el poder y la iniciativa en la historia de la salvación. Dice que Dios tiene en su mano el libro de la historia o el misterio de la salvación. Por eso, nadie es capaz de interpretarlo. No obstante, solo a la luz de Jesucristo el creyente puede encontrar consuelo a su existencia, porque él es el cordero, muerto y resucitado, dotado de la plenitud de vida y es dador del Espíritu Santo.
R. ¡Nos has hecho reyes y sacerdotes para nuestro Dios!
Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.
Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. R.
Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. Glorifiquen a Dios con sus gargantas: éste es un honor para todos sus fieles. R.
Aleluia. Escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús llora por Jerusalén y profetiza una realidad que seguimos contemplando hoy. Ama su tierra, su pueblo y sufre por lo que no ve en él. El pueblo elegido, aun habiendo recibido muchos beneficios, no lo ha escuchado. Él lo ha dado todo, pero ha recibido de vuelta solamente ingratitud e infidelidad, porque la fidelidad ha desaparecido y sus hijos no quieren llevar una vida como él la enseñó.