Lectura del segundo libro de Samuel.
Después de la muerte de Saúl, David volvió de derrotar a los amalecitas y permaneció dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. «¿De dónde vienes?», le preguntó David. Él le respondió: «Me he escapado del campamento de Israel». David añadió: «¿Qué ha sucedido? Cuéntame todo». Entonces él le dijo: «La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán». Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada. David entonó este canto fúnebre por Saúl y su hijo Jonatán: «¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!». Palabra de Dios.
Comentario: A lo largo de la historia de Saúl, David manifiesta otra vez una prueba de su grandeza de espíritu. Su dolor lo lleva a componer su inspiración lírica donde refleja todo su afecto y sufrimiento por la pérdida de Saúl y Jonatán. No obstante, esta pérdida junto con la victoria filistea serán un presagio de buenas noticias que lo harán merecedor de generosas recompensas.
R. ¡Que brille tu rostro, Señor, y nos salve!
Escucha, Pastor de Israel, Tú que guías a José como a un rebaño; Tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés. R.
Reafirma tu poder, y ven a salvarnos. Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo durará tu enojo, a pesar de las súplicas de tu pueblo? R.
Les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. R.
Aleluia. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado». Palabra del Señor.
Comentario: Es curioso, pero la iniciativa de «formar» un nuevo Pueblo de Dios tiene reacciones distintas. Si bien hay un grupo que le es fiel al Señor, existe otro que lo rechaza, incluso los de su propia sangre. A estos se suman los letrados de Jerusalén, quienes utilizan la difamación para negar lo evidente, pues afirman que el poder de Jesús le viene del demonio y no de Dios.