Prefacio de difuntos.
LECTURA 1Cor 15, 51-57
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final –porque esto sucederá–, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Lo que es corruptible debe revestirse de la incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad. Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: “La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?”. Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la Ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Palabra de Dios.
Comentario: Incorruptibilidad, inmortalidad, victoria, son realidades ajenas a la naturaleza humana. Son incansables para nosotros. Jesús, al resucitar, nos ha dado la victoria. La muerte física y la muerte que implica no sabernos amados han sido vencidas por él. ¡Tanto ha amado Dios al mundo!
SALMO Sal 129, 1-8
R. ¡Desde lo más profundo te invoco, Señor!
Desde lo más profundo te invoco, Señor, ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿Quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.
Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos sus pecados. R.
ALELUIA Jn 11, 25-26
Aleluia. «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, no morirá jamás», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Jn 11, 17-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al llegar a Betania, Jesús se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo». Palabra del Señor.
Comentario: La fe de Marta en el poder de su amigo Jesús no solo posibilita la reanimación de Lázaro cuando muchos ya lo lloraban –habían pasado cuatro días–, sino que además nos permite gozar desde ya de la victoria de la Vida por sobre todo aquello que mata al hombre.
3 Comments
Gracias Señor por haber encontrado esta página de la editorial San Pablo ,y así poder disfrutar de las lecturas de Liturgia cotidiana .Hermosos comentarios de las lecturas. GRACIAS.
Gracias a ti. Nos alegramos que te sea de utilidad.
Gloria a Ti Señor Jesús…