Se interrumpe el Tiempo durante el año. Comienza el Tiempo de Cuaresma.
Prefacio IV de Cuaresma. Semana 4ª del Salterio, Tomo II. Ayuno y abstinencia.
Inicio de la Campaña de Cuaresma de Fraternidad.
En la Misa de este día se bendicen y se imponen las cenizas de los ramos de olivo o de otros árboles que fueron bendecidos el Domingo de Ramos del año precedente.
RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA
ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Sab 11, 23-24. 26
Señor, tú eres misericordioso con todos y no aborreces nada de lo que has hecho, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres el Señor, nuestro Dios.
Se omite el acto penitencial, ya que en esta celebración es sustituido por la imposición de la ceniza.
ORACIÓN COLECTA
Señor nuestro, concédenos iniciar con el santo ayuno cuaresmal un camino de verdadera conversión y de afrontar con la penitencia la lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
1ª LECTURA Jl 2, 12–18
Lectura de la profecía de Joel.
Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor, y se arrepiente de sus amenazas. ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios! ¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial! Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: “¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?”. El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo. Palabra de Dios.
Comentario: La catástrofe nacional le ha servido al Profeta para motivar a su pueblo con la penitencia y el ayuno. Pero no son suficientes los actos de culto, ayuno o penitencia, porque Dios quiere tocar el corazón del hombre. Por eso que para él basta que haya un arrepentimiento sincero y las súplicas del pueblo serán escuchadas.
SALMO Sal 50, 3–6. 12–14. 17
R. ¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios, Señor, y mi boca pro¬clamará tu alabanza. R.
2ª LECTURA 2Cor 5, 20—6, 2
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él. Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: “En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí”. Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo quiere la reconciliación, pero no únicamente a título privado, sino como mediador de la fe. En efecto, no le preocupan tanto sus relaciones interpersonales con los miembros de la comunidad, sino la comprensión que se tiene del evangelio. Es necesario que el hombre se deje reconciliar por Dios, ya que él en su gran amor nos ofrece el sacrificio de Cristo que cargó con nuestras culpas.
VERSÍCULO Cf. Sal 94, 8. 7
No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor.
EVANGELIO Mt 6, 1–6. 16–18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Palabra del Señor.
Comentario: Tanto la limosna, el ayuno y la oración eran los pilares de la práctica religiosa judía, cosas buenas todas. Sin embargo, el problema es cuando estas prácticas de “buenas obras” se institucionalizan y legalizan, corriendo el riesgo de convertirse en mera rutina e hipocresía. Por eso el llamado de Jesús es a purificar la recta intención en ellas y discernir toda práctica religiosa a partir del espíritu evangélico con que se vive.
BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
Después de la homilía el sacerdote, de pie, con las manos juntas dice: Queridos hermanos: oremos a Dios, nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.
Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos extendidas: Dios nuestro, que te conmueves ante quienes se humillan y hacen penitencia, escucha con bondad nuestra súplica y derrama la gracia † de tu bendición sobre estos hijos tuyos que van a recibir las cenizas, para que sean fieles a las prácticas cuaresmales y así lleguen a celebrar, con un corazón puro, el misterio pascual de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
O bien:
Señor y Dios nuestro, que no quieres la muerte del pecador sino que se arrepienta, escucha con bondad nuestra oración y bendice † estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestras cabezas, reconociendo que somos polvo y al polvo hemos de volver, y concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales, el perdón de nuestros pecados y la vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Y rocía con agua bendita las cenizas, sin decir nada. Seguidamente, todos los fieles se acercan al sacerdote que impone la ceniza sobre ellos; a cada uno le dice:
Conviértete y cree en el Evangelio (Cf. Mc 1, 15)
O bien:
Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás (Cf. Gn 3, 19)
Mientras tanto se canta:
Antífona 1
Revistamos el hábito de la penitencia con la ceniza y el cilicio; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados.
Antífona 2 Cf. Jl 2,17; Est 4,17
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: Perdona, Señor, a tu pueblo; no permitas que callen quienes te alaban.
Antífona 3 Sal 50, 3
Borra mi culpa, Señor.
Esta antífona puede repetirse después de cada uno de los versículos del salmo 50.
RESPONSORIO Cf. Bar 3, 2; Sal 78, 9
R. Reparemos el mal que cometimos por nuestra ignorancia, no sea que, sorprendidos por la muerte, busquemos el tiempo para hacer penitencia y no lo encontremos.
* Míranos, Señor, y ten piedad de nosotros, porque hemos pecado contra ti.
V. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos, Señor.
* Míranos, Señor.
Puede cantarse también otro canto apropiado.
Acabada la imposición de las cenizas, el sacerdote se lava las manos; el rito concluye con la oración universal y la Misa continúa como de costumbre.
No se dice Credo.
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte el sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, te pedimos, Señor, que por las obras de penitencia y caridad, dominemos nuestras pasiones y, limpios de pecado, podamos celebrar con fervor la Pasión de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cf. Sal 1, 2–3
El que medita la ley del Señor de día y de noche, da fruto a su debido tiempo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Fortalécenos, Señor Dios, con los sacramentos recibidos para que nuestro ayuno sea agradable a tus ojos y cure todos nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (facultativa)
El sacerdote con las manos extendidas sobre el pueblo, dice la siguiente oración de despedida: Infunde el espíritu de arrepentimiento sobre los que se inclinan ante ti, Dios nuestro, para que merezcan conseguir, por tu misericordia, los premios prometidos a los que hacen penitencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La bendición e imposición de las cenizas puede hacerse también fuera de la Misa. En este caso precede una liturgia de la palabra, utilizando la antífona de entrada, la oración colecta, las lecturas con sus cantos, como en la Misa. Sigue después la homilía y la bendición e imposición de las cenizas. El rito concluye con la oración universal, la bendición y la despedida.