Lectura del primer libro de los Reyes.
Después que murió Nabot, la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: «Baja al encuentro de Ajab, rey de Israel en Samaría. Ahora está en la viña de Nabot: ha bajado allí para tomar posesión de ella. Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Has cometido un homicidio, y encima te apropias de lo ajeno! Por eso, así habla el Señor: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, allí también lamerán tu sangre». Ajab respondió a Elías: «¡Me has sorprendido, enemigo mío!». «Sí, repuso Elías, te he sorprendido, porque te has prestado a hacer lo que es malo a los ojos del Señor. Yo voy a atraer la desgracia sobre ti: barreré hasta tus últimos restos y extirparé a todos los varones de la familia de Ajab, esclavos o libres en Israel. Dejaré tu casa como la de Jeroboám, hijo de Nebat, y como la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi indignación y has hecho pecar a Israel. Y el Señor también ha hablado contra Jezabel, diciendo: Los perros devorarán la carne de Jezabel en la parcela de Izreel. Al de la familia de Ajab que muera en la ciudad se lo comerán los perros, y al que muera en despoblado se lo comerán los pájaros del cielo». No hubo realmente nadie que se haya prestado como Ajab para hacer lo que es malo a los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. Él cometió las peores abominaciones, yendo detrás de los ídolos, como lo habían hecho los amorreos que el Señor había desposeído delante de los israelitas. Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal sobre su carne, y ayunó. Se acostaba con el sayal y andaba taciturno. Entonces la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: «¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de mí? Porque se ha humillado delante de mí, no atraeré la desgracia mientras él viva, sino que la haré venir sobre su casa en tiempos de su hijo». Palabra de Dios.
Comentario: En nombre de Dios, Ajab se apodera de la viña de Nabot en la fértil tierra de Isreel y se esfuerza en mostrar que Yahvé no puede ser manipulado sin graves consecuencias. No obstante, en sus dos intervenciones, Jezabel habla en tono de burla, porque su concepto del mando es poder sin límites; la segunda intervención ofrece el fruto prohibido, cuyo precio es la sangre del inocente.
R. ¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. R.
Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas. ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, y mi lengua anunciará tu justicia! R.
Aleluia. «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como Yo los he amado», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.
Comentario: Sin duda, que Jesús es la máxima bondad y perfección, porque no retira su amor ni siquiera a quienes lo rechazan, como un padre o una madre que amarán siempre a sus hijos, aun cuando sean abandonados por ellos. Si somos sus hijos debemos obrar del mismo modo. Probablemente, nosotros no tenemos verdaderos enemigos, pero sí personas cercanas a las que no queremos mucho o sentimos antipatías.