Lectura del primer libro de Samuel.
Al regresar de la batalla, después que David derrotó al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salían a recibir al rey Saúl, cantando y bailando, al son jubiloso de tamboriles y triángulos. Y mientras danzaban, las mujeres cantaban a coro: «Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles». Saúl se puso furioso y muy disgustado por todo aquello, pensó: «A David le atribuyen los diez mil, y a mí tan sólo los mil. ¡Ya no le falta más que la realeza!». Y a partir de ese día, Saúl miró con malos ojos a David. Saúl habló a su hijo Jonatán y a todos sus servidores de su proyecto de matar a David. Pero Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David, y lo puso sobre aviso, diciéndole: «Mi padre Saúl intenta matarte. Ten mucho cuidado mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto y no te dejes ver. Yo saldré y me quedaré junto con mi padre en el campo donde tú estés; le hablaré de ti, veré qué pasa y te lo comunicaré». Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David, y le dijo: «Que el rey no peque contra su servidor David, ya que él no ha pecado contra ti. Al contrario, sus acciones te reportan grandes beneficios. Él se jugó la vida cuando derrotó al filisteo, y el Señor dio una gran victoria a todo Israel. Si tanto te alegraste al verlo, ¿por qué vas a pecar con sangre inocente, matando a David sin motivo?». Saúl hizo caso a Jonatán y pronunció este juramento: «¡Por la vida del Señor, no morirá!». Jonatán llamó a David y lo puso al tanto de todo. Luego lo llevó a la presencia de Saúl, y David quedó a su servicio como antes. Palabra de Dios.
Comentario: Sin duda que varios pasajes de la Biblia están llenos de claros y oscuros; y a pesar de ello, señalan los caminos de la acción salvífica de Dios. Asimismo, el autor ha querido poner de relieve la figura de David y, por supuesto, que todo ha sido concebido desde esta perspectiva. En este contexto, adquiere mayor relevancia la amistad abierta y generosa que el hijo de Saúl muestra hacia David.
R. ¡En Dios confío y no temo!
Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian, todo el día me combaten y me oprimen: mis enemigos me asedian sin cesar, son muchos los que combaten contra mí. R.
Tú has anotado los pasos de mi destierro, recoge mis lágrimas en tu odre: ¿acaso no está todo registrado en tu Libro? Mis enemigos retrocederán cuando te invoque. R.
Yo sé muy bien que Dios está de mi parte; confío en Dios y alabo su palabra; confío en Él y ya no temo: ¿qué pueden hacerme los hombres? R.
Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice: te ofreceré sacrificios de alabanza. R.
Aleluia. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte e hizo brillar la vida, mediante la Buena Noticia. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto. Palabra del Señor.
Comentario: La capacidad de Jesús para realizar portentos y sacar espíritus impuros confirma y reconoce su filiación divina y el poder que posee sobre el mal. No obstante, eso no era suficiente para las autoridades religiosas y políticas de Israel, ya que siempre lo vieron como una amenaza y no como alguien que quería instalarse en el corazón del viejo Israel para cambiarlo desde adentro.