Prefacio de Adviento I.
Lectura del libro de los Números.
Cuando el profeta Balaam alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él y pronunció su poema, diciendo: Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos. ¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel! Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas. El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado. Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel. Palabra de Dios.
Comentario: Balaam es un profeta pagano y está inspirado por el Espíritu de Dios para bendecir a Israel en lugar de maldecirlo, como Balac, el rey de Moab, había solicitado. El Profeta describe su visión como alguien cuyos ojos están abiertos y que oye las palabras de Dios. Es decir, subraya la importancia de la revelación divina y cómo Dios se comunica con aquellos que están dispuestos a escuchar.
R. ¡Muéstrame, Señor, tus caminos!
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
Aleluia. Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?». Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?». Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: “Del cielo”, Él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”. Y si decimos: “De los hombres”, debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta». Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos». Él, por su parte, les respondió: «Entonces Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto». Palabra del Señor.
Comentario: El modo de enseñar de Jesús para los escribas, sumos sacerdotes y fariseos es una amenaza para sus privilegios y la autoridad que detentan. Jesús ejerce la autoridad de una manera nueva. No se aferra a lo que dicen otros rabinos, como era la usanza de la época. Su palabra confirma su autoridad eficaz, es decir, produce el perdón, pone al hombre con Dios, le hace recibir la gracia/amor de Dios, da salud física, espiritual y anticipa la venida del Reino de Dios.