Leccionario Santoral: Heb 5, 7-9; Sal 30, 2-6. 15-16. 20; Jn 19, 25-27 (o bien: Lc 2, 33-35).
Secuencia (optativa). Prefacio propio de santa María Virgen, I o II. Día Nacional de los Enfermos.
LECTURA 1Cor 15, 1-11
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
Hermanos: Les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo se ve enfrentado al rumor que pululaba en la comunidad acerca de la no creencia en la resurrección de los muertos. La concepción griega que separa el cuerpo del alma, para el efecto de la resurrección, era difícil de aceptar y comprender. El Apóstol aclara que la resurrección de Jesús está ligada a la nuestra. Por tanto, esta se confirma en la “confesión de fe” y para ello enumera a los testigos de la fe, comenzando por san Pedro y los Doce.
SALMO Sal 117, 1-2. 16-17. 28
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! R.
La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. R.
Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico. R.
ALELUIA Mt 11, 28
Aleluia. «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Lc 7, 36-50
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!». Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él. «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Pienso que aquél a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor». Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?». Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz». Palabra del Señor.
Comentario: Hace bien no perder la mirada compasiva de Jesús, así como la percibió la mujer pecadora en la casa del fariseo. En este episodio, “amor y juicio” se entrelazan y termina predominando el primero. Porque para Jesús el amor y el perdón son simultáneos: Dios le perdona mucho, le perdona todo a la mujer, porque “ha amado mucho”; y ella adora a Jesús porque percibe que en él hay misericordia y no condena. En contraposición, el fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores, pero no sabía que en el corazón de Cristo no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido por cada uno de ellos.