Lectura del primer libro de los Reyes.
Elías partió del monte Horeb y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré». Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?». Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio. Palabra de Dios.
Comentario: Eliseo fue llamado al ministerio mientras se hallaba arando y Elías le echó el manto. Es decir, su gesto es una invitación al ministerio profético, ya que, a partir de ese momento, Eliseo lo dejó todo y siguió a su maestro Elías. Ese despojarse de todo está reflejado en la acción de sacrificar la pareja de bueyes, celebrando junto a los suyos como signo de despedida.
R. ¡Tú eres la parte de mi herencia, Señor!
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien». El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Aleluia. Inclina mi corazón hacia tus prescripciones y dame la gracia de conocer tu ley. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero Yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Palabra del Señor.
Comentario: Hay que aceptar que el camino de nuestra redención es también nuestro camino, porque Dios quiere criaturas libres. Estamos en sus manos y ahora es nuestra libertad el ir en el camino abierto hacia él. Por eso, la palabra del cristiano tiene que ser garantía de verdad. Porque son sus acciones las que dan fuerza a lo que dice ser y creer. Eso es tener autoridad, cuando se deja al prójimo libre. Además, cuesta aceptar o creer en la autoridad, cuando desde el poder político, económico y hasta religioso se obliga y se exige obediencia, porque esta puede oprimir y ser interiormente rechazada. Cuando Jesús hablaba, con autoridad, lo hacía porque amaba a quienes se dirigía.