Prefacio de Cuaresma.
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán. Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob. Palabra de Dios.
Comentario: La ley deuteronómica nos plantea el tema de los dos caminos, que se mantiene en el esquema de la Alianza y presenta dos suertes de existencia que son las bendiciones y las maldiciones. Ambas opciones se definen respectivamente como vida y muerte, como posesión de la tierra y pérdida de ella y, por último, como bien y mal. Es decir, son dos actitudes que le corresponden al hombre y al pueblo. Los sabios la llamarán necedad o sabiduría, justicia y maldad (Ecli 15, 14-17).
R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca», dice el Señor.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día». Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo?». Palabra del Señor.
Comentario: El amor a Dios nos permite comprender y vivir la Cruz de Cristo, porque nos hace amar del mismo modo como él nos ama. Es un Amor sin fin, que tiene el rostro del perdón y de la misericordia. Pero la misericordia y el perdón no deben quedarse en palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son el signo concreto y visible de que la fe ha transformado nuestro corazón y nos permite expresar en nosotros la vida misma de Dios: «Amar y perdonar como Dios ama y perdona».