Lectura del primer libro de Samuel.
Samuel dijo a Saúl: «Voy a anunciarte lo que el Señor me dijo anoche». «Habla», replicó él. Samuel añadió: «Aunque tú mismo te consideres poca cosa, ¿no estás al frente de las tribus de Israel? El Señor te ha ungido rey de Israel. Él te mandó hacer una expedición y te dijo: “Ve y consagra al exterminio a esos pecadores, los amalecitas; combátelos hasta acabar con ellos”. ¿Por qué entonces no has escuchado la voz del Señor? ¿Por qué te has lanzado sobre el botín y has hecho lo malo a los ojos del Señor?». Saúl le replicó: «¡Yo escuché la voz del Señor! Hice la expedición que Él me había encomendado; traje a Agad, rey de Amalec, consagré al exterminio a los amalecitas, y el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, para ofrecer sacrificios al Señor, tu Dios, en Guilgal». Samuel respondió: «¿Quiere el Señor holocaustos y sacrificios o quiere que se obedezca su voz? La obediencia vale más que el sacrificio; la docilidad, más que la grasa de carneros. Como pecado de hechicería es la rebeldía; como crimen de idolatría es la contumacia. Porque tú has rechazado la palabra del Señor, Él te ha rechazado a ti para que no seas rey». Palabra de Dios.
Comentario: A Saúl, según autores sagrados, se le acusa de no haber observado la ley que mandaba sacrificar el «botín a Dios», es decir, se le atribuye el querer suplir, con ofrendas y sacrificios, su falta de fe y de obediencia a la Palabra de Dios. No obstante, a pesar de esta descalificación, que de él hace la Biblia, habría que poner en sus labios las palabras del Bautista con relación a Jesús: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya».
R. ¡Escucha, pueblo mío, Yo te hablo!
No te acuso por tus sacrificios: ¡tus holocaustos están siempre en mi presencia! Pero Yo no necesito los novillos de tu casa ni los cabritos de tus corrales. R.
¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos y a mencionar mi alianza con tu boca, tú, que aborreces toda enseñanza y te despreocupas de mis palabras? R.
Haces esto, ¿y Yo me voy a callar? ¿Piensas acaso que soy como tú? Te acusaré y te argüiré cara a cara. El que ofrece sacrificios de alabanza, me honra de verdad. R.
Al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios. R.
Aleluia. La palabra de Dios es viva y eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?». Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús, con su enseñanza, no niega el ayuno. No obstante, declara que cuando hay fiesta y celebramos un nuevo pacto de amor, es decir, una nueva Alianza entre Jesús y su Pueblo, no podemos estar tristes. El ritualismo, que Jesús combate, establece una actitud rígida e inflexible del hombre. En cambio, las palabras de Jesús no exigen una rigurosidad espiritual sino un compromiso que se refleja en la forma de ser y actuar.