Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 1ª del Salterio.
LECTURA Apoc 1, 1-6. 10-11; 2, 1-5
Lectura del libro del Apocalipsis.
Revelación de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. Él envió a su Ángel para transmitírsela a su servidor Juan. Éste atestigua que todo lo que vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. Feliz el que lee, y felices los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca. Yo, Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Aquél que es, que era y que viene, y de los siete Espíritus que están delante de su trono, y de Jesucristo, “el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra”. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: «Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete Iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea». Escribe al Ángel de la Iglesia de Éfeso: «El que tiene en su mano derecha las siete estrellas y camina en medio de los siete candelabros de oro afirma: “Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos. Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo. Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior”». Palabra de Dios.
Comentario: De principio a fin, la centralidad de Jesucristo y la riqueza de su misterio constituyen el hilo conductor del libro del Apocalipsis. En él, Dios es considerado como: “Aquél que es, que era y que será”. Dios es el dueño del tiempo, el Señor que dirige toda nuestra historia. Por eso alude a que los “siete espíritus” no son “siete ángeles”, sino la presencia viva y dinámica del Espíritu Santo, que se manifiesta con su fuerza, profecía, inspiración, misericordia y diversidad de carismas.
SALMO Sal 1, 1-4. 6
R. Al vencedor, le daré a comer del árbol de la vida.
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
ALELUIA Jn 8, 12
Aleluia. «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue tendrá la luz de la Vida», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Lc 18, 35-43
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten com¬pasión de mí!». Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez». Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado». En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios. Palabra del Señor.
Comentario: En medio de la incomprensión de los discípulos, Jesús sana al ciego de Jericó. A pesar de los obstáculos que le impiden al ciego ir donde Jesús, este lo reconoce como Mesías, Señor y da gloria a Dios por haberlo hallado. No siempre, aunque se tengan los cinco sentidos sanos, las personas estarán dispuestas a seguir a Jesús: “Hay dos clases de personas coherentes, las que se alegran por haber encontrado a Jesús y las que se entristecen por no hallarlo…” (Blaise Pascal).