Leccionario Santoral: Hech 13, 46-49; Sal 116, 1-2; Lc 10, 1-9
Prefacio de los Santos.
LECTURA Sant 1, 1–11
Lectura de la carta de Santiago.
Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión. Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que nuestra fe, al ser probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque Él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio. Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento. El que es así no espere recibir nada del Señor, ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder. Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado, y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo: apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas. Palabra de Dios.
Comentario: Esta carta está dirigida a todos los cristianos excluidos y tentados por el imperio de turno para que resistan y se mantengan fieles al proyecto de Jesús. Había que mantener la esperanza y la alegría de la comunidad en medio de las persecuciones. Por eso, que la invitación a mantener la paciencia y la fe en medio de la prueba es necesario para madurar como personas y miembros de la comunidad del Cristo resucitado.
SALMO Sal 118, 67–68. 71–72. 75–76
R. ¡Llegue hasta mí tu misericordia, Señor!
Antes de ser afligido, estaba descarriado; pero ahora cumplo tu palabra. Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus mandamientos. R.
Me hizo bien sufrir la humillación, porque así aprendí tus preceptos. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. R.
Yo sé que tus juicios son justos, Señor, y que me has humillado con razón. Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. R.
ALELUIA Jn 14, 6
Aleluia. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mc 8, 11–13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo». Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla. Palabra del Señor.
Comentario: Los fariseos piden a Jesús señales que confirmen su identidad como Hijo de Dios. Pero les deja bien en claro que él no está para espectáculos, porque los signos que realiza son producto de su solidaridad. Sus milagros no pretenden “comprar” la fe de la gente, porque una fe dependiente genera creyentes sin compromiso.