Leccionario Santoral: Is 61, 1-3; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Lc 10, 1-9.
LECTURA 2Cor 1, 18-22
Lectura de la segunda carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: Les aseguro, por la fidelidad de Dios, que nuestro lenguaje con ustedes no es hoy «sí», y mañana «no». Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes –tanto Silvano y Timoteo, como yo mismo– no fue «sí» y «no», sino solamente «sí». En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su «sí» en Jesús, de manera que por Él decimos «Amén» a Dios, para gloria suya. Y es Dios el que nos reconforta en Cristo, a nosotros y a ustedes; el que nos ha ungido, el que también nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del Espíritu. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo realiza una defensa de su fe, apelando al testimonio de Cristo Jesús, que es quien dirige e ilumina sus pasos: “Ya no vivo Yo, sino Cristo que vive en mí”. En efecto, no fue la prudencia humana su norma de conducta con la comunidad, sino la sencillez y la sinceridad que Dios le pide a su ministerio apostólico.
SALMO Sal 118, 129-133. 135
R. ¡Vuelve tu rostro y ten piedad de mí, Señor!
Tus prescripciones son admirables: por eso las observo. La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia al ignorante. R.
Abro mi boca y aspiro hondamente, porque anhelo tus mandamientos. Vuelve tu rostro y ten piedad de mí; es justo que lo hagas con los que aman tu Nombre. R.
Afirma mis pasos conforme a tu palabra, para que no me domine la maldad. Que brille sobre mí la luz de tu rostro, y enséñame tus preceptos. R.
ALELUIA Mt 5, 16
Aleluia. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que los hombres vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. Aleluia.
EVANGELIO Mt 5, 13-16
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.
Comentario: La Ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de alianza. A su vez, la luz para Israel era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Así, el nuevo Israel adquiere una misión: por medio de la fe y la caridad, orientar, consagrar y ser testimonio fecundo para la humanidad.