Lectura de la carta de Santiago.
Queridos hermanos: Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman. Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta. Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por su propia concupiscencia, que lo atrae y lo seduce. La concupiscencia es madre del pecado. Y éste, una vez cometido, engendra la muerte. No se engañen, queridos hermanos. Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación. Él ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación. Palabra de Dios.
Comentario: La causa verdadera de la tentación se halla en la concupiscencia o deseos del hombre. Para el Apóstol, estos deseos conciben el pecado y el pecado engendra la muerte. No obstante, la existencia cristiana supone un nuevo nacimiento y únicamente es posible remontándonos a Dios mismo, porque sabemos que no basta con el esfuerzo humano.
R. ¡Feliz el que es educado por ti, Señor!
Feliz el que es educado por ti, Señor, aquél a quien instruyes con tu ley, para darle un descanso después de la adversidad. R.
Porque el Señor no abandona a su pueblo ni deja desamparada a su herencia: la justicia volverá a los tribunales y los rectos de corazón la seguirán. R.
Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuan¬do estoy cargado de preocupaciones, tus consuelos me llenan de alegría. R.
Aleluia. «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; e iremos a él», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: «Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Ellos le respondieron: «Doce». «Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?». Ellos le respondieron: «Siete». Entonces Jesús les dijo: «¿Todavía no comprenden?». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús advierte a los discípulos sobre el peligro de la levadura de los fariseos, de Herodes, y alude a la terquedad de estos personajes. Pero también llama la atención a sus discípulos que aún no terminan de comprenderlo. Las preguntas que les hace son para despertarlos y hacerles caer en cuenta de que ellos han sido testigos privilegiados de las dos multiplicaciones de los panes; por tanto, deberían ya conocer al Señor: abrir su mente para comprender el misterio de la cruz como la esencia de la identidad de Jesús.