Leccionario Santoral: 2Cor 10, 17—11, 2; Sal 30, 3-4. 6. 8. 16-17; Mt 25, 1-13.
Lectura del libro de Isaías.
Dice el Santo: «¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a Él?». Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos astros? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo! ¿Por qué dices, Jacob, y lo repites tú, Israel: «Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios»? ¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, Él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. Él fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor. Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan. Palabra de Dios.
Comentario: Dios, por medio del Profeta, le hace saber a su Pueblo que está perfectamente atento a sus necesidades. La dificultad está en cómo Isaías se los da a entender. Por eso el Profeta plantea que Israel no puede desesperarse, porque el poder de Dios ni siquiera se agotó en la creación. Eterno como es, su acción perenne es fuente de fortaleza liberadora y salvífica.
R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Aleluia. El Señor viene a salvar a su pueblo. Felices los preparados para salir a su encuentro. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús tomó la palabra y dijo: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús recurre a la imagen del «yugo» para describir qué implica seguirlo. Sabemos que esta imagen se utilizaba para la relación «esclavo-señor» y posterior¬mente para «discípulo-maestro». Así, las alianzas humanas y también la divina se expresaban con las categorías de sumisión y obediencia. Sin embargo, el yugo de Cristo es más suave que el que imponen otros maestros, porque él viene al hombre por el camino de la suprema humillación.