Leccionario Santoral: Ef 4, 1-7. 11-13; Sal 1, 1-4. 6; Jn 17, 1. 20-26.
Prefacio de mártires.
LECTURA 3Jn 5-8
Lectura de la tercera carta de san Juan.
Querido hermano: Tú obras fielmente, al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso, y ellos dieron testimonio de tu amor delante de la Iglesia. Harás bien en ayudarlos para que puedan proseguir su viaje de una manera digna de Dios, porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos. Por eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad. Palabra de Dios.
Comentario: El Autor agradece a Gayo por su comportamiento como cristiano y por su servicio a la Palabra de Dios. Por eso apela a la hospitalidad para quien es un colaborador de la Palabra, donde el anuncio tiene un sentido de gratuidad, pero también un objetivo claro: “dar a conocer a Cristo”. Lástima que la misión a veces se empaña por los egos y celos −como los de Diótrefes−, que tanto daño hacen a nuestra Iglesia y a la propagación del Evangelio.
SALMO Sal 111, 1-6
R. ¡Feliz el que teme al Señor!
Feliz el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra: la posteridad de los justos es bendecida. R.
En su casa habrá abundancia y riqueza, su generosidad permanecerá para siempre. Para los buenos brilla una luz en las tinieblas: es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.
Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud. El justo no vacilará jamás, su recuerdo permanecerá para siempre. R.
ALELUIA Cf. 2Tes 2, 14
Aleluia. Dios nos llamó, por medio del Evangelio, para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluia.
EVANGELIO Lc 18, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”». Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Palabra del Señor.
Comentario: La enseñanza de Jesús presenta a un juez inicuo, sin ningún temor de Dios ni de los hombres, y a una pobre viuda que le pedía que le hiciera justicia. En Israel, los huérfanos y las viudas eran el símbolo de la debilidad, pues no contaban con un padre o un esposo que pudieran protegerlos. Pero la parábola sorprende: si aquél, siendo tan canalla, atiende a la viuda porque se lo pide hasta hartarlo, ¿cómo no hará el Señor con las súplicas de sus hijos? En muchas ocasiones, nos contentamos con pedirle a Dios una o dos veces aquello que necesitamos, pero Jesús nos enseña que seamos insistentes, como la viuda, pues así probamos la fe, la confianza y el amor filial que le tenemos.