Lectura de la carta de Santiago.
Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión. Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que nuestra fe, al ser probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque Él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio. Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento. El que es así no espere recibir nada del Señor, ya que es un hombre interiormente dividido e inconstante en su manera de proceder. Que el hermano de condición humilde se gloríe cuando es exaltado, y el rico se alegre cuando es humillado, porque pasará como una flor del campo: apenas sale el sol y calienta con fuerza, la hierba se seca, su flor se marchita y desaparece su hermosura. Lo mismo sucederá con el rico en sus empresas. Palabra de Dios.
Comentario: La carta despliega una serie de normas prácticas para la vida cristiana. Son como una concatenación de experiencias unidas unas a otras. donde la palabra clave es «prueba». Las tentaciones-pruebas son consideradas como venidas de Dios, es decir, las pruebas de la fe engendran la paciencia, que no es resignación, sino permanencia activa y constante en la fe aceptada y acogida.
R. ¡Llegue hasta mí tu misericordia, Señor!
Antes de ser afligido, estaba descarriado; pero ahora cumplo tu palabra. Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus mandamientos. R.
Me hizo bien sufrir la humillación, porque así aprendí tus preceptos. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. R.
Yo sé que tus juicios son justos, Señor, y que me has humillado con razón. Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. R.
Aleluia. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí», dice el Señor Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos.
Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo». Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla. Palabra del Señor.
Comentario: Jesús se encuentra entre el estupor y la indignación. ¿Por qué piden una señal? Ante la insistencia e incredulidad de sus interlocutores, les afirma que el poder salvífico de Dios no se manifestará a través de una exhibición espectacular, sino ante lo que es esencialmente importante: la liberación del hombre de una enfermedad, de la angustia y de la muerte.
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Saludos, gracias, excelente apoyo.
¡Muchas gracias!