Prefacio de los Apóstoles. Semana II del Salterio.
Leccionario Santoral: Hech 11, 21-26; 13, 1-3; Sal 97, 1-6; Mt 10, 7-13.
LECTURA 1Rey 19, 19-21
Lectura del primer libro de los Reyes.
Elías partió del monte Horeb y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Elíseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré». Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?». Elíseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio. Palabra de Dios.
Comentario: El gesto de Eliseo de ir a despedirse de sus padres contrasta con la exigencia más atingente del evangelio (Lc 9, 58-62). Es sabido que las exigencias de Jesús eran más urgentes y radicales. No obstante, Eliseo pudo sortear su indecisión y vacilación dejando su familia, lo que se ve reflejado en el sacrificio de sus bueyes, celebrado en compañía de los suyos.
SALMO Sal 15, 1-2. 5. 7-10
R. ¡Tú eres la parte de mi herencia, Señor!
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien». El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
ALELUIA Sal 118, 36. 29
Aleluia. Inclina mi corazón hacia tus prescripciones y dame la gracia de conocer tu ley. Aleluia.
EVANGELIO Mt 5, 33-37
Evangelio de nuestro Señor Jesu-cristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero Yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Palabra del Señor.
Comentario: En un mundo donde muchas veces se vive de las apariencias, de la mentira e incluso de la posverdad, Jesús nos enseña a tener un lenguaje claro y hacernos cargo de nuestras propias palabras. En efecto, nos señala el amor a la verdad como algo que debe reflejarse en el cristiano y, por tanto, la invitación es a vivir en la verdad para conformar nuestro pensamiento, palabras y obras. Porque solo la “verdad” nos hace personas libres.