Leccionario Santoral: 1Cor 1,18-25; Sal 33, 2-9; Mt 5, 13-19.
Prefacio de mártires. Semana 8ª durante el año. Semana 4ª del Salterio.
Lectura de la carta de san Judas.
Queridos hermanos: Acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo. Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna. Traten de convencer a los que tienen dudas, y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo. A Aquél que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén. Palabra de Dios.
Comentario: El Autor deja de lado a sus adversarios y se dirige a los cristianos para que se mantengan firmes en su fe. Además, da algunas recomendaciones con relación a la oración, el amor, la misericordia y la compasión con aquellos que dudan. Pide también estar atentos con los “infiltrados” que contaminan la fe, pero que también se debe mostrar misericordia con ellos.
R. ¡Mi alma tiene sed de ti, Señor!
Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.
Aleluia. Que la palabra de Cristo re¬sida en ustedes con toda su riqueza; dando gracias por Él a Dios Padre. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Después de haber expulsado a los vendedores del Templo, Jesús volvió otra vez a Jerusalén. Mientras caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acerca ron a Él y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?». Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan Bautista, ¿venía del cielo o de los hombres?». Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos: “Del cielo”, Él nos dirá: “¿Por qué no creyeron en Él?”. ¿Diremos entonces: “De los hombres”?». Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: «No sabemos». Y Él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas». Palabra del Señor.
Comentario: Con la expulsión de los vendedores del Templo, Jesús sentencia su lápida y condenación. Luego, vendrá la persecución de parte de las autoridades religiosas, pues solo buscarán matarlo. Estos últimos nunca entendieron que la autoridad podía ejercerse desde el servicio a los más pobres y no únicamente desde el poder y los privilegios.