Lectura del primer libro de los Reyes.
Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: «Yo me voy por el camino de todo el mundo. Sé fuerte y compórtate como un hombre. Observa las prescripciones del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, observando sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes y sus instrucciones, según lo que está escrito en la Ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas, y el Señor mantendrá esta palabra que me ha dicho: “Si tus hijos vigilan su conducta, caminando delante de mí con fidelidad, de todo corazón y con toda su alma, nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel”». David se fue a des¬cansar con sus padres, y lo enterraron en la Ciudad de David. Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Je¬rusalén. Salomón se sentó en el trono de su padre David, y su realeza quedó firmemente afianzada. Palabra de Dios.
Comentario: Más allá de los alcances de la muerte de David, que en su condición de rey la tradición era reunir a sus hijos rey antes de morir para declararles su última voluntad y bendición final, él se prepara sin más. Sus palabras son como un llamado a la conversión, pues puntualiza que la sucesión dinástica está subordinada al cumplimiento de la Alianza. Es decir, la restauración de la monarquía pasa únicamente por el camino de la conversión y la fidelidad a la Ley de Moisés.
R. ¡Bendito sea el Señor, nuestro Dios!
¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre! R.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. R.
Tuyo, Señor, es el reino; Tú te elevas por encima de todo. De ti proceden la riqueza y la gloria. R.
Porque Tú, Señor, lo gobiernas todo, en tu mano están el poder y la fuerza, y es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas. R.
Aleluia. El Reino de Dios está cerca. Crean en la Buena Noticia. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Entonces fueron a pre¬dicar, exhortando a la conversión; ex-pulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. Palabra del Señor.
Comentario: Ser cristiano no significa solo vivir según los mandamientos de Cristo, sino que también es transmitir un mensaje que es una Buena Noticia. Sin embargo, esta proclamación del mensaje de Cristo debe respetar la libertad de los hombres: aco¬gerlo o no. La vocación de la Iglesia, como madre, es acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado o que está en mayor dificultad. Cuánto bien podemos hacer si nos animamos a aprender este lenguaje de la hospitalidad, es decir, el de recibir y de acoger.