La Santísima Trinidad (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio Propio.
El Misterio de la Trinidad
Manifestamos nuestra fe en la Trinidad cuando creemos en un solo Dios que es amor, que amándonos nos envió a su Hijo y al Espíritu Santo, que nos conduce como Iglesia a su Reino que no tiene fin.
Pero es siempre misteriosa la manera en que la Trinidad se hace presente en nosotros, comenzando por el día de nuestro bautismo, que recibimos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Cuando queremos elevar nuestra alma a Dios con una oración, la iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y de Espíritu Santo. Así nos ponemos en sintonía con el misterio que nos llena y también nos sobrepasa. Además, nos concentramos solo en Dios, dejando de lado todos los otros aspectos que en ese momento nos preocupan.
Creemos en un Dios cercano que es Papá, hermano Jesús y el Espíritu que en nosotros nos conduce.
Para alabar y dar gloria a Dios, solo atinamos a decir Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. No hace falta más ni sobra nada… Basta con poner allí nuestros sentimientos y todo nuestro ser.
Dios está en nosotros y se hace escuchar… Cuando me enojo él me susurra: ¡Perdona! Cuando tengo miedo, me dice: ¡Adelante! Si me asaltan las dudas, me acompaña escucho: ¡Confía en mí! Cuando estoy inquieto su voz me apacigua: ¡Tranquilo! Cuando quiero estar cómodo y sin problemas me sacude con un llamado ¡Ven y sígueme! Si me siento importante, me recuerda que delante de él solo puedo arrodillarme y rezar… Cuando creo que tengo capacidad para mandar a otros me recomienda que debo ser como un niño. Si pretendo esconderme porque no me siento limpio o digno, escucho su voz, como nuestros padres en el Paraíso: ¿Dónde estás?
Dios mío, uno y Trino, qué grande es tu amor del que no podemos escapar ni un instante.
“El Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad” (Jn 16, 13).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La liturgia de hoy nos invita al silencio y a la adoración, ante el mayor misterio de nuestra fe: Dios es uno en su naturaleza, y Trino en las personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es familia, nos ha creado, nos ama, nos compromete con nuestra “casa común” y nos espera en la gloria definitiva.
1ª LECTURA Prov 8, 22-31
Guía: Con lenguaje poético, se describe el rol de la Sabiduría junto a Dios en la creación del mundo. Nace espontáneamente el deseo de cuidar la naturaleza como obra amorosa de Dios.
Lectura del libro de los Proverbios.
Dice la Sabiduría de Dios: El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas caudalosas. Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo nací, cuando Él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros elementos del mundo. Cuando Él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano, cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del océano, cuando fijaba su limite al mar para que sus aguas no desbordaran, cuando afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día, recreándome delante de Él en todo tiempo, recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres. Palabra de Dios.
SALMO Sal 8, 4-9
R. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies. R.
Todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas. R.
2ª LECTURA Rom 5, 1-5
Guía: Llamado de Pablo a la fe, a la esperanza que no defrauda, a la alegría en las pruebas, pues nuestra fuerza nace del amor con que Dios nos ha gratificado.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por Él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. Palabra de Dios.
ALELUIA Cfr. Apoc 1, 8
Aleluia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluia.
EVANGELIO Jn 16, 12-15
Guía: Jesús anuncia que el Espíritu Santo nos revelará toda la verdad sobre él y sobre el Padre.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Ofrecemos los dones del pan y del vino que, en su providencia de Padre, por la Gracia del Espíritu Santo serán transformados en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús, alimento para nuestra vida cristiana.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo es anticipo de la promesa de Vida eterna.
DESPEDIDA
Guía: Dios es comunidad, Dios es familia. La Iglesia es la familia de Dios: la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. A nosotros, cristianos, nos corresponde el deber de testimoniarlo con la fe y el amor.