Motivación de entrada
La liturgia de hoy nos invita al silencio, a la reflexión y a la adoración, ante el mayor misterio de nuestra fe: Dios es uno en su naturaleza, y trino en las personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es familia, crea al hombre, lo ama, lo recoge en su gloria definitiva.
Acto penitencial
Por no haber cultivado nuestra fe con el estudio y la oración. Por no abrirnos al amor del Padre Dios. Por no valorar debidamente la comunidad, signo de la Trinidad.
Lecturas Bíblicas
Primera lectura: Éxodo 34, 4-6.8-9.
Moisés sube a encontrarse con Dios, a sellar y reanudar la alianza. Dios le revela sus atributos divinos, en particular su misericordia. “Perdona a Israel y hazlo tu heredad”, es la súplica confiada de Moisés.
Segunda lectura: 2 Corintios 13, 11-13.
Pablo exhorta a los cristianos a vivir en alegría, comunicando en la gracia de Jesús, en el amor de Dios Padre y en el Espíritu Santo.
Evangelio: Juan 3, 16-18.
El mensaje de hoy, tornado del encuentro de Jesús con Nicodemo, es una invitación a abrirnos al amor inefable de Dios que entrega a su Hijo para salvar a los hombres.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Ofrecemos en el altar estos dones, que recibimos de su providencia de Padre y que el Espíritu Santo transformará en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
Comunión
La comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo en el Espíritu Santo, es anticipo y promesa de vida eterna.
Despedida
Dios es comunidad, Dios es familia. La Iglesia es la familia de Dios: la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. A nosotros, cristianos, nos corresponde el deber de testimoniarlo con la fe y el amor.