Prefacio de Adviento I.
Lectura del libro de Isaías.
Dice el Santo: «¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a Él?». Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos astros? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo! ¿Por qué dices, Jacob, y lo repites tú, Israel: «Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios»? ¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, Él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. Él fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor. Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan. Palabra de Dios.
Comentario: El mensaje del Profeta alude más al poder absoluto del Dios de Israel que de las posibilidades de regreso del pueblo a su tierra. Su mensaje se esfuerza en alzar este poder de Dios por sobre el poder del dios Marduk. Esta es, sin duda, la fuerte etapa donde el pueblo es más consciente de la formulación al Dios único.
R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
Aleluia. El Señor viene a salvar a su pueblo. Felices los preparados para salir a su encuentro. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús tomó la palabra y dijo: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Palabra del Señor.
Comentario: Aprender de Jesús no es fácil. Pero es necesario entrar en su mansedumbre y humildad mediante la contemplación de su obrar. Su yugo es de amor y garantía de descanso. A veces nos pesa la soledad de nuestras fatigas y estamos tan cargados del yugo que ya no nos acordamos de haberlo recibido del Señor. Nos parece solamente nuestro y, por tanto, nos arrastramos como bueyes cansados. Por eso, no olvidemos que la plenitud del descanso solo se encuentra, confiando en él.