René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena
En este primer domingo del año 2024, celebramos la Epifanía del Señor. Dios, que se manifestó primeramente a los pastores, (Cfr. Lc 2,8-11), -los más humildes de Israel- convoca de igual modo, por la luz de su estrella, a hombres sabios, que son los magos de oriente (Cfr. Mt 2,1-12). A la sencillez del homenaje de los pastores, se suma la magnificencia de la adoración de los sabios.
La Epifanía simboliza la presentación y manifestación del Niño recién nacido a todos y a cada hombre, como Dios y salvador. Mañana, lunes 8 de enero, celebraremos la fiesta de su bautismo, Dios mediante, finalizando así el Tiempo de Navidad.
En este domingo es bueno que reflexionemos sobre el alcance universal de la salvación. El buen Padre Dios ha enviado a su Hijo al mundo, a todos los pueblos de la tierra. ¡La salvación la ofrece Dios en su Hijo Jesucristo a los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares! Que todos, sin distinción, “en Él tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Maravillosamente se expresa esta realidad en la lectura del profeta Isaías que se lee en las celebraciones de este Domingo (Cfr. Is 60, 3), “acudirán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora”, realidad también presente en la antífona al salmo 71, 1-2. 7-8, que se canta en este día: “¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!”. Así también lo expresa el apóstol Pablo en la carta a los cristianos de Éfeso, pasaje de la segunda lectura que se lee hoy (Cfr. 3,2-6), “este misterio no se dio a conocer a los hombres en las generaciones pasadas; sin embargo, ahora se ha revelado a sus santos apóstoles y profetas inspirados. Y consiste en esto: Que por medio de la Buena Noticia los paganos comparten la herencia y las promesas de Cristo Jesús, y son miembros del mismo cuerpo” (vv 5-6).
Ciertamente, son numerosos los aspectos que nos ofrece la solemnidad de la Epifanía del Señor para nuestra reflexión personal, familiar y comunitaria. Ante el altar expresamos honda gratitud a Dios por la manifestación de su Hijo unigénito a todos los pueblos de la tierra. Que, como le solicitaremos en la Oración Colecta, “nos conduzca a quienes le conocemos por la fe a la contemplación de la hermosura de su gloria”. Podamos, en su gracia, gozar plenamente de la manifestación de su Hijo, ofreciéndole el humilde asentimiento de nuestra fe, también la adoración a Él debida.
La actitud de los magos nos impulsa también a nosotros a ponernos en camino, buscando la luz que es Cristo, no obstante, las dificultades del tiempo presente, tal como las tuvieron también los magos. Son enormes los desafíos a enfrentar, personalmente y en comunidad, por ello, nos anima esta actitud de búsqueda de los magos, pues la fe que procuramos vivir en comunidad, tiene también gran parte de búsqueda, poniéndonos en camino para encontrarnos con Él, Cristo el Hijo de Dios, que da plenitud a nuestra vida.
Por otra parte, son miles las personas que han llegado a nuestro país, procedentes de otras latitudes. Siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro dispongámonos a acogerlos a todos, participando con ellos de un rico intercambio donde la tolerancia, la solidaridad, la comprensión, el aporte mutuo, son fundamentales para acoger en comunidad la salvación en Cristo Jesús que el buen Padre Dios nos ofrece a todos.
¡Bendición del Señor para este año 2024!